sábado, 25 de enero de 2020

MUSIQUEROS


Ensayaban en el húmedo y sudoroso sótano de aquella casa del norte de la ciudad. La electricidad se recogía clandestinamente desde cualquier farola de la Calle Esperanza. Tenían que tocar sus instrumentos sobre pequeñas plataformas de aglomerado para no electrificarse. Minutos, horas y días, descubriendo los misterios de la vida a través de palabras musicadas abrazadas de armonías entre notas con acordes que creaban las canciones de una banda sonora interminable.

Allí se escabullían los musiqueros de las miserias de la ciudad, sin nada que perder. Ardía en sus almas un salvaje deseo, tocar con los dedos el misterioso vuelo del pájaro inmortal. En la calle Esperanza vivían tres seres eléctricos, conjurados en ser sultanes del swing.

(El Mingus)


                                 

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